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Chilaquiles verdes


Ingredientes
1:(1/2)de queso rallado(o de preferencia pollo)
2:(1/2)de crema
3:(1)cebolla chica
4:(1/2)de tomates
5:(tortillas)en totopos
6:(2)cabezas de ajo regulares
7:(chiles)al gusto y el de su preferencia
8:(1)ramita de cilantro
9:Aceite
10:Medio sazonador

Preparación
se ponen las tortillas en una charola y se sacan al sol un rato para que se oreen, mientras que se limpian los tomates y lavan, se le pone a la licuadora las dos cabezas de ajo,el chile el cilantro en hojitas y los tomates limpios,y se muele todo, se meten las tortillas y se pone una caselora con aceite al fuego y se deja calentar, y se le van echando las tortillas en pedazos, y se dejan freir, después se escurren en un colador,y se le hecha a la caserola el tomate molido y se deja zasonar y se le pone su sazonador a su preferencia el sazonador cuando ya este por hechar el hervor, y se deja hervir,al hervir se le pone caldo de pollo un poco para darle sabor a los chilaquiles, y agua del garrafón,y se deja hervir bien con el caldo, al estar listo se le hechan las tortillas fritas y sal al gusto se tapa y se pone a fuego lento hasta que se cuesa la tortilla y no este dura, y ya una ves listos se sirven al gusto y se les pone crema,pollo,o queso, cebolla y listos para comer.

Enchiladas suizas(verdes)


Ingredientes
1:(1/2)Kilo de jamón
2:(1/2)Kilo de tomate
3:(10)chiles serranos verdes
4:(1/4)de quesillo
5:(1/2)pechuga de pollo
6:(1)cebolla chica
7:(2)cabezas de ajo regulares
8:(1)Kilo de tortillas
9:(1/2)de crema
10:Aceite al freír
11:(1)ramita de cilantro
12:(1)mitad de sazonador
Preparación
Se les pone a las tortillas una rebanada de jamón y se dobla en dos, después en un sartén con aceite caliente se comienzan a freír las tortillas, y se escurren en un colador, y después escurridas se colocan en un recipiente para meter al horno, se pone a hervir los tomates junto con los chiles serranos, se pone a hervir la pechuga en una caserola y una ves hervida se desmenuza,se desmenuza el quesillo,y se rebana la cebolla,se escurren los tomates y los chiles y se depositan en la licuadora, se limpian dos cabezas de ajo y se echan a la licuadora y los tomates con los chiles y el cilantro en hojitas, y se licua,una vez licuado se pone a hervir nuevamente ya al querer soltar hervor se le pone su zasonador y se le hecha caldo de pollo,una vez hervido se hecha encima del recipiente de las tortillas fritas,se le pone la crema,el pollo, el quesillo, la cebolla encima,y se mete al horno de microhondas y se deja hasta que quede el quesillo desvanecido, una ves listas se sacan y se sirven al gusto.

Invocación al Espíritu Santo


El mundo brilla de alegría.
Se renueva la faz de la tierra.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.

Esta es la hora en que rompe el Espíritu
el techo de la tierra,
y una lengua innumerable
purifica, renueva, enciende, alegra
las entrañas del mundo.

Esta es la fuerza que pone en pie a la Iglesia
en medio de las plazas
y levanta testigos en el pueblo,
para hablar con palabras como espadas,
delante de los jueces.

Llama profunda que escrutas e iluminas
el corazón del hombre:
restablece la fe con tu noticia,
y el amor ponga en vela la esperanza,
hasta que el Señor vuelva.

Amén.


Invocación al Espíritu Santo(envia Señor tu Espíritu)
Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles
y enciende en ellos el fuego de tu amor.

V. Envía, Señor, tu Espíritu y habrá una nueva creación.
R. Y renovarás la faz de la tierra.

Oración: Oh Dios, que has iluminado los corazones de tus fieles con la luz del Espíritu Santo; haznos dóciles a sus inspiraciones para gustar siempre el bien y gozar de su consuelo.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

Acto de contrición


Dios mío,
me arrepiento de todo corazón
de todos mis pecados
y los aborrezco,
porque al pecar, no sólo merezco
las penas establecidas por ti
justamente,
sino principalmente porque te
ofendí,
a ti sumo Bien y digno de amor
por encima de todas las cosas.
Por eso propongo firmemente,
con ayuda de tu gracia,
no pecar más en adelante
y huir de toda ocasión de pecado.
Amén.

Oración a nuestra señora de Lourdes


Virgen Santa,
en medio de vuestros días de gloria,
no olvidéis las tristezas de la tierra,
dirigid vuestra mirada bondadosa
hacia todos aquellos que sufren,
que luchan con las dificultades
y no dejan de acercar un solo día
sus labios al cáliz de la amargura.
Tened compasión de aquellos
que se amaron y ya están separados.
Tened compasión
del aislamiento del corazón.
Tened compasión
de la flaqueza de nuestra fe.
Tened compasión
de todo lo que es objeto de nuestra ternura.
Tened compasión de los que lloran,
de los que ruegan, de los que tiemblan
y dadles a todos la esperanza y la paz.
Amén.

9 miércoles a San Judas Tadeo


¡Glorioso Apóstol San Judas Tadeo!,
pariente y seguidor de Jesús;
el nombre del "traidor" que entregó al Maestro
ha sido la causa de que muchos te olvidaran.
Pero la Iglesia te honra e invoca como abogado especial
de los casos difíciles y desesperados.
Tú predicaste con celo infatigable
la buena noticia del Reino de Dios
por las tierras de Palestina y Mesopotamia,
consiguiendo innumerables conversiones,
y dando por fin tu vida en defensa de la Fe.
Alcánzame de Jesucristo una fe más profunda,
una esperanza más firme
y una caridad más ardiente.
Hoy, además glorioso Apóstol, acudo a ti en mi angustia
para que intercedas por mí en este caso difícil y desesperado..........
Ya de antemano te doy las gracias y te prometo propagar tu nombre
y devoción con todos los medios que estén a mi alcance.
¡San Judas Tadeo! Intercede por mi ante el Señor
y por todos los que invocan tu nombre.

Santo Rosario

Misterios gozosos (lunes y sábado)

1. La encarnación del Hijo de Dios.
2. La visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel.
3. El nacimiento del Hijo de Dios.
4. La Presentación de Jesús en el templo.
5. El Niño Jesús perdido y hallado en el templo.

Misterios luminosos (jueves)
1. El Bautismo de Jesús en el Jordán.
2. La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná.
3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
4. La Transfiguración.
5. La Institución de la Eucaristía.

Misterios dolorosos (martes y viernes)
1. La Oración de Jesús en el Huerto.
2. La Flagelación del Señor.
3. La Coronación de espinas.
4. Jesús con la Cruz a cuestas camino del Calvario.
5. La Crucifixión y Muerte de Nuestro Señor.

Misterios gloriosos (miércoles y domingo)
1. La Resurrección del Hijo de Dios.
2. La Ascensión del Señor a los Cielos.
3. La Venida del Espíritu Santo sobre los Apóstoles.
4. La Asunción de Nuestra Señora a los Cielos.
5. La Coronación de la Santísima Virgen como Reina de Cielos y Tierra.

Oración tras el rosario
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo.



Oremos
Oh Dios, cuyo Hijo por medio de su vida, muerte y resurrección, nos otorgó los premios de la vida eterna, te rogamos que venerando humildemente los misterios del Rosario de la Santísima Virgen María, imitemos lo que contienen y consigamos lo que nos prometen. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Oremos (tradición española)
Te pedimos Señor, nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, seamos librados de las tristezas presentes y gocemos de la eterna alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Historia del calendario litúrgico 4

IV
EL CALENDARIO PARTICULAR DE ESPAÑA
El 1 de enero de 1972 entró en vigor el calendario particular para toda España, preparado de acuerdo con la instrucción romana de 24 de junio de 1970. Se trataba de insertar en el calendario litúrgico general las celebraciones propias de la iglesia de España. El calendario fue preparado por un grupo de expertos en historia, liturgia, hagiografía y derecho litúrgico, tomando parte activa también los obispos españoles, que fueron consultados repetidamente y, al final de los trabajos, tuvieron que expresar individualmente su juicio sobre el proyecto de los peritos.
Los criterios seguidos fueron en líneas generales los mismos del calendario litúrgico romano. La prioridad de la celebración del misterio de Cristo obligó a que la celebración de san Isidoro de Sevilla, elevada a la categoría de fiesta, no pudiese dejarse el 4 de abril por la proximidad de la semana santa, trasladándose al día 26 del mismo mes. El criterio de la representatividad motivó la incorporación de tres mujeres de nuestro tiempo: santa María Micaela del Santísimo Sacramento, santa Joaquina Vedruna y santa Soledad Torres Acosta, y una mujer de la antigüedad: santa Eulalia de Mérida, virgen y mártir. Con este mismo criterio se añadieron san Pelayo, un niño, y san Eulogio de Córdoba, presbítero de la España mozárabe.
La devoción popular fue tenida en cuenta también al elevar de categoría las memorias del diácono san Vicente y de la Virgen del Carmen. Naturalmente, no todos los santos españoles están en el calendario particular de España, pero para incluir a los que no están existen todavía los calendarios diocesanos y de las familias religiosas. En una relación del santoral propio de las diócesis, publicado en 1980 ("Pastoral Litúrgica" 111) y no completo, figuran las siguientes celebraciones particulares: tres del Señor, cincuenta y dos de la Santísima Virgen, ciento ochenta y tres de santos y cincuenta de beatos.
El calendario particular de España contaba, en el momento de su promulgación, con una solemnidad (Santiago apóstol), tres fiestas (san Isidoro, Nuestra Señora del Pilar y santa Teresa de Jesús), cuatro memorias obligatorias, quince memorias libres y la feria mayor del 5 de octubre. Posteriormente se agregaron la fiesta de Jesucristo sumo y eterno sacerdote y la memoria obligatoria de santa Teresa de Jesús Jornet.

Historia del calendario litúrgico 3

III
EL CALENDARIO ROMANO DE 1969
Ante este panorama era inevitable una reforma a fondo del calendario, sobre todo si se querían llevar a la práctica los principios señalados por el Vaticano II referentes al año litúrgico en general y a la primacía del misterio de Cristo en las celebraciones de la iglesia (cf. SC 102-111). La revisión del calendario constituye, por sí sola, un capítulo propio de la reforma general de la liturgia emprendida por el último concilio y uno de los aspectos menos comprendidos por algunos pastores y por no pocos fieles, mal informados y bastante desorientados, por ejemplo, por los cambios de fecha de la conmemoración de algunos santos.
1. LA OBRA DEL "CONSILIUM".
Mons. Bugnini ha contado en su monumental obra La riforma liturgica (1948-1975) (cf Bibl.), la historia de la revisión del calendario, historia llena de incidencias y de presiones, tanto de algunos episcopados como de asociaciones y grupos de todo tipo. Aunque la revisión del calendario comprendía principalmente la estructuración de todo el año litúrgico, especialmente el propio del tiempo, lo cierto es que fue el santoral lo que más trabajo dio.
El grupo de estudio, el coetus, que se ocupó del calendario litúrgico hacía el número uno de toda la organización del Consilium, dado que de él dependía el trabajo de los coetus encargados de la revisión del misal y de la liturgia de las horas. El primer relator o ponente de los trabajos fue mons. Bugnini, más tarde sustituido por P. Jounel. Se elaboraron un total de veinticinco proyectos de trabajo o esquemas (cf "Notitiae" 195-196 [1982] 604-612) y se hicieron dos grandes informes (relaciones), que fueron estudiados y aprobados en otras tantas sesiones plenarias del Consilium en abril de 1965 y en octubre de 1967. Después vino el examen de todo el proyecto del calendario por las Congregaciones para la Doctrina de la Fe y de Ritos. La primera hizo muchas observaciones, especialmente en relación con las fiestas de devoción y el culto de los santos. Para estudiarlas se constituyó una comisión mixta por parte de la Congregación y el Consilium, comisión que se ocupó también de las observaciones enviadas por Pablo VI. El trabajo común resultó muy positivo.
Finalmente, el papa aprobó el calendario revisado y anunció su publicación juntamente con el nuevo Ordo Missae el 28 de abril de 1969. La promulgación del Calendarium Romanum Generale tuvo lugar por medio del motu proprio Mysterü paschalis, que lleva fecha del 14 de febrero del mismo año. La presentación de todo el volumen ocurrió el 9 de mayo. El calendario, litúrgico todavía sufrió algunos retoques antes de aparecer definitivamente en la edición típica del Missale Romanum de 1970.
Como complemento de la reforma del calendario, el 24 de junio de 1970 se publicó una instrucción para la revisión de los calendarios particulares y las misas y oficios propios.
2. LOS PUNTOS FUNDAMENTALES DE LA REVISIÓN.
La constitución sobre la sagrada liturgia expone muy claramente los dos criterios base en los que se apoya la reforma del año litúrgico y el calendario: la primacía de la celebración de la obra de la salvación, especialmente del misterio pascual (SC 107), y la no prevalencia de las fiestas de los santos por encima de aquélla (SC 111). Por consiguiente, las fiestas de los santos debían ser consideradas como una proclamación del misterio pascual (cf SC 104), y no ocupar el puesto de la celebración de los misterios del Señor. Para ello no había otro camino que reducir el santoral y remitir muchas conmemoraciones de santos a los calendarios particulares.
La celebración de la obra de la salvación se estructura en torno a tres grandes tiempos: las celebraciones que se mueven alrededor de la solemnidad de la pascua, la celebración de la manifestación del Señor y los tiempos que no celebran algún aspecto particular de la salvación y forman el tiempo ordinario.
El primer bloque tiene como núcleo el recuperado triduo pascual de Cristo crucificado, sepultado y resucitado (san Agustín, Ep. 55,14: PL 33,215), y abarca la cuaresma, iniciada el miércoles de ceniza hasta el jueves santo por la mañana, y la cincuentena pascual, que transcurre desde pascua hasta el domingo de pentecostés. Para dar unidad y sencillez a todo el período (cf SC 34), se suprimieron el tiempo de septuagésima y la octava de pentecostés, así como el denominado tiempo de pasión. La cuaresma se refuerza en su carácter penitencial y bautismal (cf SC 109), y la cincuentena pascual se apoya en los domingos elevados de categoría litúrgica.
El segundo bloque, de la manifestación del Señor, se articula sobre las cuatro semanas del adviento, con sus domingos respectivos, y sobre las solemnidades de navidad y epifanía y la fiesta del bautismo del Señor. Adviento queda perfilado en dos momentos, escatológico el primero (hasta el 17 de diciembre) y de preparación para la navidad el segundo. Se mantiene la octava de navidad con las fiestas del "cortejo del Rey"; pero el día de la octava recupera la antiquísima celebración de la Madre de Dios, sin perder el contenido cristológico de la circuncisión y del nombre de Jesús. El domingo siguiente a navidad se destina a fiesta de la Sagrada Familia. El domingo después de la octava se denomina domingo II de navidad. Desaparece también el tiempo de epifanía. El ciclo de la manifestación del Señor termina el domingo siguiente a la epifanía, en el que se ha situado a la fiesta del bautismo del Señor.
Por último, el tercer bloque ya no se divide en "tiempo después de epifanía" y "tiempo después de pentecostés", sino que forma una serie única y ordenada de domingos per annum, con un total de treinta y cuatro semanas. La característica de este tiempo es no celebrar un aspecto particular del misterio de salvación. Dentro de este período se inscriben algunas solemnidades del Señor que no cambian de puesto, a excepción de la solemnidad de Cristo Rey, asignada al último domingo de la serie. Las otras solemnidades son la Santísima Trinidad, el Corpus y el Sagrado Corazón de Jesús.
Las otras celebraciones tradicionales del propio del tiempo, las témporas y las rogativas quedaron asignadas al momento que señalasen las conferencias episcopales.
En cuanto al santoral, los criterios directivos de la revisión del calendario se reducen esencialmente a tres: elección de los santos de mayor relieve para toda la iglesia, universalización del calendario y restitución del santo a su dies natalis, salvo que el día fuese impedido.
El primer criterio permitió fijarse en los santos que ejercieron un influjo mayor en la vida de la iglesia, en los que continúan ofreciendo un mensaje actual y en los que representan los diversos tipos de santidad (martirio, virginidad, vida pastoral, vida conyugal, etc.). El segundo criterio ha mostrado la universalidad de la santidad tanto en el tiempo como en la geografía. El calendario general contiene sesenta y cuatro santos de los diez primeros siglos y setenta y nueve de los otros diez. Los siglos más representados son el IV (veinticinco), el XII (doce), el XVI (diecisiete) y el XVIII (diecisiete). Geográficamente, hay ciento veintiséis santos de Europa, ocho de África, catorce de Asia, cuatro de América y uno de Oceanía. Estos datos pertenecen al momento de aparecer el calendario litúrgico en 1969. La reforma realizada años después en el procedimiento para las causas de los santos está permitiendo universalizar un poco más el calendario. El tercer criterio es fruto, a su vez, de la investigación sobre la vida y la muerte de algunos santos. Este punto, que ha sido uno de los menos comprendidos de la revisión del calendario, revela, sin embargo, un gran esfuerzo de fidelidad histórica. En muchos casos el traslado de la fiesta se ha producido al día exacto de la muerte del santo; en otros, al de su sepultura definitiva o traslado de reliquias; en otros, cuando no había noticias seguras, al día de su ordenación episcopal, etcétera.
Por otra parte, el calendario utiliza una triple categoría de celebración de los -santos: la solemnidad, la fiesta y la memoria, y en esta última distingue entre memoria obligatoria y memoria facultativa. Estas distinciones permiten celebrar a los santos según el grado de su importancia y, sobre todo, conjugar su celebración con los diferentes tiempos litúrgicos. Estas categorías no establecen clases entre los santos, porque aquí entran en juego también los calendarios particulares: un santo que tiene memoria obligatoria en el calendario general puede ser celebrado como solemnidad en el calendario propio de una iglesia particular o de una familia religiosa.
Sabido es que el santoral se ha resentido siempre del influjo de la leyenda áurea. Pues bien, uno de los mayores méritos del calendario litúrgico ha sido el rigor con que ha procedido en el servicio a la verdad. Hay ejemplos concretos de santos que han sido tachados del calendario porque se ha comprobado que no existieron más que en la leyenda. Son casos muy concretos, que han sido objeto de amplios dossiers. Los afectados no han sido solamente presuntos santos medievales; también han sido examinados los mártires de la antigüedad, conservándose únicamente aquellos líe los que se tiene alguna noticia además del nombre: sermones sobre ellos de los santos padres, basílicas dedicadas, etc.

Historia del calendario litúrgico 2

II
HISTORIA DEL CALENDARIO LITÚRGICO
El uso de un calendario estricta­mente eclesiástico se remonta a los primeros siglos cristianos. Probablemente su origen se encuentra en los dípticos o tablillas donde estaban escritos los nombres de los mártires y de los obispos de cada iglesia, con la indicación del día de su muerte (el dies natalis) o sepultura (la depositio). Los dípticos tuvieron uso litúrgico en las intercesiones de la plegaria eucarística (rito romano) y en las preces por los oferentes (rito hispánico). También dieron origen al martirologio, catálogo de santos dispuestos según el orden del calendario y en el que están inscritas además las fiestas celebradas en fecha fija.
El más antiguo calendario eclesiástico de la iglesia de Roma llegado hasta nosotros es el extracto copiado por Furio Dionisio Filocalo hacia el año 354. El documento se remonta, no obstante, al año 336, y contiene la Depositio Martyrum romana y la Depositio Episcoporum romana, catálogo de los mártires y papas venerados en Roma a mediados del siglo IV. En la cabecera de la lista de los mártires figura una indicación preciosa: VIII Kal. lan.: Natus Christus in Betleem Iudae, la primera noticia existente sobre la fiesta de navidad el 25 de diciembre. También figura el 29de junio, el (dies natalis) Petri in Catacumbas el Pauli Ostiense.
Más rico aún que el calendario de Filocalo son el calendario de Polemio Silvio (siglo V) y el Kalendarium Carthaginiense (siglo VI), que contiene los natalicios y las deposiciones de los mártires y obispos africanos, junto con los nombres de santos romanos y de otras regiones. Todas las iglesias de la antigüedad, hasta bien entrada la edad media, contaban con sus catálogos de dies fastos y de aniversarios de santos, entre los que predominaban los mártires.
En España se conoce el Ordo sanctorum martyrum, de los siglos V­, VII, llamado también calendario de Carmona, esculpido en dos columnas, desgraciadamente con la mitad de la lista: desde navidad hasta san Juan Bautista (24 de junio). Contiene doce fiestas, además de la natividad del Señor, en las que son celebrados, además de san Esteban, san Juan Evangelista y san Juan Bautista, los mártires hispanos Fructuoso y compañeros de Tarragona, Vicente de Zaragoza, Félix de Sevilla y otros. Después hay que esperar hasta los siglos X-XI para encontrar los calendarios propiamente litúrgicos, correspondientes a los libros de la liturgia hispánica. Fueron publicados por primera vez por M. Ferotin en su edición del Liber Ordinum, y modernamente por J. Vives. El santoral de estos calendarios abarca un mínimo de cien celebraciones comunes a todos ellos. Después de la desaparición del rito hispánico, los calendarios romanos en España siguieron conservando algunos de los santos más venerados de la liturgia hispánica.
En la liturgia romana se puede seguir la evolución del calendario litúrgico a través de los sacramentarios y de los comes y capitularia de las lecturas. La característica frecuente de estos testimonios, que llegan hasta finales del siglo VIII, es la no separación, como ocurre en los libros litúrgicos actuales, de las celebraciones del propio del tiempo y las del santoral; las fiestas de los santos se intercalan entre el propio del tiempo, y siempre tienen lugar en el dies natalis. Cuando en un mismo día coinciden varios santos, cada uno tiene su misa, a no ser que tengan relación entre sí. En esta época de la liturgia no habían entrado aún en el calendario las celebraciones de santos marcados por la leyenda.
A partir del siglo IX y durante toda la baja edad media el calendario se multiplica por influjo de actas y pasionarios de mártires, apócrifos muchas veces. Al mismo tiempo se produce una sistematización de las categorías de los santos y se procura completar éstas: por ejemplo, todos los apóstoles debían tener su fiesta, se ampliaban las listas de papas santos -a muchos se les suponía mártires- y se formaban colecciones de santos sin apenas rigor histórico. Las reformas del Misal Romano, publicado en 1570, y del Breviario de 1568 supusieron una drástica simplificación del calendario litúrgico de acuerdo con los principios de la ciencia histórica y hagiográfica de aquel tiempo. Sin embargo, a pesar de que desde san Pío V los libros litúrgicos estaban bajo la autoridad suprema de la iglesia y solamente la Sagrada Congregación de Ritos (creada en 1578) podía autorizar la misa y el oficio propios de un santo, el hecho es que, en vísperas del Vaticano II, el santoral amenazaba con ahogar la celebración de los misterios del Señor, no habiendo bastado las reformas parciales de los años 1671 (Clemente X), 1714 (Clemente XI), 1914 (san Pío X) y 1960 (Juan XXIII).
En efecto, en los cuatro siglos que transcurren desde la promulgación de los libros litúrgicos reformados según las disposiciones del concilio de Trento hasta el Vaticano II, se habían introducido ciento cuarenta y cuatro santos en el misal y el breviario. Entre ellos estaban las grandes figuras de esta época, pero también numerosos santos cuyo culto era muy restringido; por ejemplo, los santos pertenecientes a las casas reales europeas. Por otra parte, la inmensa mayoría de los santos con misa y oficio eran religiosos, con enorme predominio de los italianos y franceses. El calendario litúrgico, en estas condiciones, ni era verdaderamente universal ni siquiera representativo de la santidad reconocida en la iglesia.

Historia del calendario litúrgico 1

HISTORIA DEL
CALENDARIO LITÚRGICO
I
CALENDARIO Y CÓMPUTO ECLESIÁSTICO
"La ordenación de la celebración del año litúrgico se rige por el calendario, que puede ser general o particular, según esté concebido para uso de todo el rito romano o para alguna iglesia particular o familia religiosa" (NUALC 48). Estas palabras de las Normas universales sobre el Año litúrgico y el Calendario definen el objeto del calendario litúrgico y establecen el ámbito de su contenido, según se trate del calendario general o de los calendarios particulares.
El calendario general contiene el ciclo total de las celebraciones del misterio de Cristo, es decir, el propio del tiempo, que constituye la estructura fundamental del año litúrgico (cf SC 102), al que se une el santoral (cf SC 103-104). Los calendarios particulares han de combinarse con el calendario general y recogen aquellas celebraciones propias o más relevantes de las iglesias particulares -y también de las naciones y regiones- y de las familias religiosas, generalmente en honor de los santos y beatos que tienen alguna vinculación especial con aquéllas y éstas. El calendario general es obligatorio para todos los fieles del rito romano, mientras que los calendarios particulares lo son en el ámbito que les es propio.
La reforma litúrgica del Vaticano II se ocupó de la revisión del calendario general y dio normas para la confección de los calendarios particulares de acuerdo con el siguiente principio: "Para que las fiestas de los santos no prevalezcan sobre los misterios de la salvación, déjese la celebración de muchas de ellas a las iglesias particulares, naciones o familias religiosas, extendiendo a toda la iglesia aquellas que recuer­den a santos de importancia realmente universal" (Sacrosanctum Concilium 111).
El calendario litúrgico ha estado siempre formado por el conjunto de fiestas observadas por la iglesia, dispuestas en los días propios del año. Ahora bien, algunas fiestas no han tenido nunca día fijo. Son las llamadas fiestas movibles, que varían cada año juntamente con la solemnidad de la pascua, de la cual dependen. Las fiestas fijas se celebran todos los años en el mismo día del mes, salvo traslado accidental.
La solemnidad de la pascua de resurrección, cuya fecha ha estado siempre ligada a la pascua de los judíos -celebrada el 14 de nisán, mes que cae entre el 13 de marzo y el 11 de abril-, sufre una oscilación que va desde el 22 de marzo como fecha más temprana al 25 de abril como fecha más tardía, ambos días inclusive. Esta movilidad afecta no sólo a las fiestas que están relacionadas con pascua, sino también al número de semanas del tiempo ordinario entre el domingo del bautismo del Señor y el comienzo de la cuaresma, y después del domingo de pentecostés.
La fijación cada año de la fecha de la fiesta de pascua y de las restantes celebraciones del calendario dio lugar al llamado cómputo eclesiástico o conjunto de cálculos para determinar la correspondencia entre los ciclos lunar (del que depende la fecha de la pascua), solar y litúrgico, resolviendo también otros datos como la epacta, el número áureo, la indicción y las letras dominicales del martirologio. Las nociones principales del cómputo eclesiástico se recogían en los libros litúrgicos anteriores al Vaticano II. Actualmente el misal y la liturgia de las horas insertan al principio, junto con el calendario general y la tabla de la precedencia de los días litúrgicos, las tablas de las principales fiestas movibles del año litúrgico para un período de años.


Iglesia Católica

La Iglesia católica, también conocida como la Iglesia católica apostólica romana, es la iglesia cristiana más grande del mundo,regida por el Papa y con sede en la Ciudad del Vaticano. De acuerdo con el Anuario de Estadísticas de la Iglesia, el número de bautizados en el catolicismo a nivel mundial en 2007 era de 1147 millones (17,2 % de la población mundial).
Se conoce como Iglesia católica apostólica romana o como Iglesia católica romana; fuera del Catolicismo se hace esta distinción por aquellos que sostienen que las iglesias de la Comunión Anglicana y las Iglesias Ortodoxas se reconocen a sí mismas como parte de la "Iglesia, una, santa, católica y apostólica" del Credo y que también son católicas (tanto en sentido etimológico como en todo el contenido del término) si bien no es la única diferencia el no estar bajo la autoridad del Papa, o bien se trata de personas procedentes de países en los que el habla ha adoptado esta expresión debido al uso intenso por parte de comunidades relevantes de anglicanos y otros protestantes y de ortodoxos. Sin embargo, existen Iglesias en plena comunión con el obispo de Roma que, al tener tradiciones litúrgicas distintas, no añaden el término "Romana". Por lo tanto, para englobar a las Iglesias orientales católicas y la Iglesia Católica Romana se usará el término más general Iglesia Católica, tal como está en el título del artículo.
En los países en los que el culto católico es mayoritario, a la Iglesia católica se le conoce normalmente con el término la Iglesia, término que en países como Suecia se aplicaría a la iglesia nacional luterana, o en Rumania, Bulgaria, Montenegro, Serbia, Georgia, Rusia, Albania, Etiopía, Armenia, la ex República Yugoslava de Macedonia o Grecia, a la Iglesia Católica Apostólica Ortodoxa.
Desde los años 1960 se comienzan a utilizar otros términos que hacen referencia a distintas formas de entender la naturaleza y objetivos de la Iglesia católica, tales como Sacramento de Cristo, Pueblo de Dios, Cuerpo de Cristo y Esposa de Cristo.
La Iglesia católica tiene su sede central en Roma, a la que se denomina Sede Apostólica, relacionada con la Sede está el Estado de la Ciudad del Vaticano (Status Civitatis Vaticanæ, en latín y oficialmente; Stato della Città del Vaticano, en italiano), un enclave dentro de la ciudad de Roma, en la República Italiana. El Estado Vaticano es un estado independiente y reconocido internacionalmente, que aunque estrechamente ligado a la Sede Apostólica, son entidades distintas, ya que el Estado Vaticano es un Poder Temporal, mientras que la Sede Apostólica se entiende como poder Espiritual por los católicos.
El líder religioso es el Papa, que es el obispo de Roma, quien recibe el trato honorífico de Su Santidad (S.S.), y que en la actualidad ostenta Benedicto XVI, nombre adoptado por el Cardenal electo Joseph Ratzinger, de origen alemán.
La palabra «Iglesia» ["ἐκκλησία" (ekklesia), del griego "ἐk-kαλεῖν"(ek-kalein) -'llamar fuera'] significa 'convocación'. Designa asambleas del pueblo (Cf. Hch 19, 39), de carácter religioso. Es el término frecuentemente utilizado en el texto griego del Antiguo Testamento para designar la asamblea del pueblo elegido en la presencia de Dios, sobre todo cuando se trata de la asamblea del Sinaí, en donde Israel recibió la Ley y fue constituido por Dios como su pueblo santo (Cf. Ex 19). Dándose a sí misma el nombre de "Iglesia", la primera comunidad de los que creían en Cristo se reconoce heredera de aquella asamblea. En ella, Dios "convoca" a su Pueblo desde todos los confines de la tierra. El término "Kiriaké", del que se deriva las palabras "church" en inglés, y "Kirche" en alemán, significa "la que pertenece al Señor".
El término «católico» proviene del griego καθολικός (katholikós), que significa 'universal'. Ignacio de Antioquía da en el año 110 el testimonio más antiguo de este nombre: "Donde esté el obispo, esté la muchedumbre, así como donde esté Jesucristo esté la Iglesia Católica" (Carta a los Esmirniotas 8:2). En los tres primeros siglos de la Iglesia los cristianos decían "cristiano es mi nombre, católico mi sobrenombre".[cita requerida] Posteriormente se usó el término "católico", para distinguirse de otros grupos cristianos cuyas doctrinas diferían de la línea principal (como los gnósticos).
La Iglesia Católica se ve a sí misma y se proclama como la encargada por Jesucristo para ayudar a recorrer el camino espiritual hacia Dios viviendo el amor recíproco y por medio de la administración de los sacramentos (bautismo, eucaristía, confirmación, penitencia, matrimonio, orden sacerdotal y unción de los enfermos), a través de los cuales Dios otorga la gracia al creyente.
La Iglesia Católica considera que tiene encomendada la misión de elaborar, impartir y propagar la enseñanza cristiana, así como la de cuidar de la unidad de los fieles. Debe también disponer la gracia de los sacramentos a sus fieles por medio del ministerio de sus sacerdotes. Además, la Iglesia Católica se manifiesta como una estructura piramidal, en la que debe cuidar de mantener la unidad de todos los fieles y su obediencia a la doctrina oficial.
La autoridad para enseñar o Magisterio de la Iglesia basa sus enseñanzas tanto en las Sagradas Escrituras como en la Sagrada Tradición.
Atributos de la Iglesia Católica
Artículo principal: Notas de la Iglesia
De acuerdo al Catecismo de la Iglesia Católica, esta es Una, Santa, Católica y Apostólica. Estos cuatro atributos, inseparablemente unidos entre sí, indican rasgos esenciales de la Iglesia y de su misión. (CIC, 811).
Los católicos profesan su fe en los cuatro atributos de la Iglesia Católica a través del Credo de los Apóstoles y del Credo de Nicea-Constantinopla, por lo que se las tiene como Artículo o Dogma de Fe.
Los cuatro atributos de la Iglesia Católica son: Unidad: La Iglesia es una debido a su origen, Dios mismo. Dios es uno. Es una debido a su Fundador, Cristo. El apóstol San Pablo, en su 1º Carta a los Corintios, hace referencia a la Iglesia como Cuerpo de Cristo. "Las partes del cuerpo son muchas, pero el cuerpo es uno; por muchas que sean las partes, todas forman un solo cuerpo" (1º Co. 12, 12). En otra carta, también Pablo enseña sobre este atributo: "Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu. Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos." (Ef. 4, 3-6).Cristo mismo enseña y ruega por esta unidad característica de la Iglesia fundada por Él: "Que todos sean uno, como tú, Padre, estas en mí y yo en ti. Que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado". (Jn. 17, 20-21).
Santidad: la Iglesia Católica, a pesar de los fallos y faltas de cada uno de los creyentes que aún peregrinan en la Tierra, es en sí misma santa pues Santo es su fundador y santos son sus fines y objetivos. Asimismo, es santa mediante sus fieles, ya que ellos realizan una acción santificadora. En la Iglesia Católica es quien contiene la plenitud total de los medios de salvación, y en donde se consigue la Santidad por la gracia de Dios. Es Santa porque sus miembros están llamados a ser santos.
Catolicidad: con el significado de "universal" la Iglesia Católica es católica en cuanto busca anunciar la Buena Nueva y recibir en su seno a todos los seres humanos, de todo tiempo y en todo lugar; dondequiera que se encuentre uno de sus miembros, allí está presente la Iglesia Católica. y también, como lo señala el Catecismo de la Iglesia Católica, es católica porque Cristo está presente en ella, lo que implica que la Iglesia Católica recibe de Él la plenitud de los medios de salvación.
Apostolicidad: la Iglesia Católica fue fundada por Cristo sobre el fundamento de Pedro, Cabeza de los Apóstoles, y constituyendo en autoridad y poder a todo el Colegio Apostólico; aseguran que Pedro y los demás Apóstoles tienen en el Papa y los Obispos a sus sucesores, que ejercen la misma autoridad y el mismo poder que en su día ejercieron los primeros, proveniente directamente de Cristo. También es apostólica porque dicen que guarda y transmite las enseñanzas oídas a los apóstoles.
Según el catolicismo, estos atributos se encuentran en todas las Iglesias particulares que engloba la Iglesia católica, que son las Iglesias particulares de la Iglesia católica Romana (Rito Latino) y las Iglesias Rituales Autónomas (Ritos Orientales); todas ellas tienen en común los mencionados atributos o características esenciales y la autoridad suprema del Supremo Pontífice como vicario de Cristo en la Tierra.
Por lo tanto, la Iglesia católica se considera a sí misma como heredera de la tradición y la doctrina de la iglesia primitiva fundada por Jesucristo y, por lo tanto, como la única representante legítima de Cristo en la tierra, mediante la figura de los obispos, sucesores sin interrupción (siempre según esta creencia) de los apóstoles, y herederos, por lo tanto, del mandato de Jesús de cuidar de su Iglesia (en el evangelio según Juan 21:17, Jesús le dice a Pedro "Apacienta a mis ovejas"). De allí el lema "Donde está Pedro está la Iglesia" (Ubi Petrus ibi ecclesia)Doctrina esencial
La característica más sobresaliente y genuina para distinguir a los católicos es su posición personal respecto al obispo de Roma. Este recibe el título de Papa y se le considera no sólo obispo de su diócesis sino Obispo de la Iglesia católica entera, es decir, Pastor y Doctor de todos los cristianos debido a que es considerado el sucesor de San Pedro(por las elecciones ininterrumpidas del colegio cardenalicio en el cónclave hasta Benedicto XVI quien es el Papa Nro. 265) y así, Vicario de Cristo.
El Papa goza en la Iglesia católica de un estatus de jerarquía suprema, poseyendo el primado sobre todos los demás obispos y la plenitud de la potestad de régimen (como se denomina en la Iglesia Católica al poder legislativo, ejecutivo y judicial), la cual puede ejercer de forma universal, inmediata y suprema sobre todos y cada uno de los pastores y de los fieles católicos. La autoridad del obispo de Roma, su jerarquía dentro del Magisterio de la Iglesia Católica es reconocida solo por los católicos, y no así por los cristianos no católicos.
Otras partes del doctrina católica sobresalientes y distintivas en relación al resto de los cristianos son la creencia en el Dogma de la Inmaculada Concepción, y en la Asunción de María, madre de Jesús, así como la fe en la autoridad espiritual efectiva de la Iglesia Católica para perdonar pecados y remitir las penas temporales debidas por ellos, mediante el Sacramento de la Penitencia y las indulgencias.
Otro Dogma de fe sobresaliente en la Iglesia Católica es la creencia en la Eucaristía, y en su Transubstanciación ya que el pan y el vino presentados en el Altar se transforman realmente en el cuerpo y en la sangre de Cristo.

Catolicismo

El catolicismo (del griego καθολικός 'universal, que comprende todo') es la rama del cristianismo con mayor número de fieles, seguido por el protestantismo. Se dividió en cismas respectivos, los principales: la Iglesia Romana, la Iglesia Ortodoxa y la Iglesia Anglicana.La Iglesia Católica, que abarca el conjunto de iglesias que se declaran en comunión con la autoridad del obispo de Roma, el Papa, existen diferentes ritos, como el romano, griego u oriental. Existen, además, denominaciones ortodoxas independientes de Roma, como es la Iglesia Ortodoxa, que depende de los distintos Patriarcados, habiendo uno que es primus inter pares entre los patriarcas, el Patriarca de Constantinopla.El caso de la Iglesia Anglicana, que se forma por el cisma de la reforma (incluso mucho más tarde),que no es católica, mantuvo por mucho tiempo el mismo dogma y doctrina de la iglesia romana, pero hoy tiene diferencias, producto de la evolución de cada una. La Comunión Anglicana abarca a todas las iglesias que siguen dicha comunión, y que se sienten en directa relación con el Arzobispo de Canterbury, que es la cabeza de la iglesia por concesión del Monarca británico.
La Iglesia Católica Apostólica Romana se extiende principalmente en países de Europa del suroeste, Europa central y de América Latina y en Filipinas.Es la iglesia cristiana con mayor extensión y de la cual se derivan otras iglesias autodenominadas católicas, su centro actual es el Vaticano, en Roma (Italia), donde reside el Papa, quien es considerado por los católicos romanos como cabeza del Colegio de los Obispos, en tanto que sucesor de San Pedro, Vicario de Cristo y Pastor de la Iglesia. La sede papal residió en Aviñón, Francia, en un breve período de tiempo de la Baja Edad Media.
Dogmas católicos
Artículo principal: Dogmas de la Iglesia Católica Apostólica Romana
Los dogmas católicos son las creencias esenciales que identifican y definen el credo católico frente a otras confesiones cristianas, si bien algunas de estas creencias son comunes a otras denominaciones cristianas (e.g. Encarnación, Trinidad). Para un católico el dogma es una verdad revelada por Dios y propuesta por la Iglesia, para la creencia de los fieles.Los dogmas católicos se basan en la Biblia y en la Tradición Apostólica. Así como los hebreos tenían su tradición (que fue la base de gran parte de los libros del Antiguo Testamento), así los católicos tienen la tradición apostólica transmitida de generación en generación de forma escrita y oral.
Algunos dogmas esenciales son:
Trinidad de Dios (hay tres personas divinas(no tres dioses), que son el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, que las tres personas forman el único Dios)
Eucaristía (pan y vino transformados en el Cuerpo y la Sangre de Cristo)
Inmaculada Concepción (la Virgen concebida sin pecado original)
Maternidad Divina (la Virgen es la madre de Dios)
Virginidad Perpetua (María siempre Virgen)
Asunción de la Virgen (María es asunta llena de gloria a los cielos y es coronada como "Reina y Madre de todo lo creado")Sacramentos de iniciación cristiana
Bautismo
Nominalmente, la palabra bautizar significa "sumergir", "introducir dentro del agua"; la inmersión en el agua simboliza el acto de sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección con El (cfr. Rm. 6, 3-4; Col 2, 12) como nueva criatura (2 Co. 5, 17; Ga. 6, 15) (Catecismo, n. 1214).
Entre los sacramentos, ocupa el primer lugar porque es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos. Según el catecismo (n. 1213), por el Bautismo los cristianos son liberados del pecado y regenerados como hijos de Dios, llegan a ser miembros de Cristo y son incorporados a la Iglesia y hechos partícipes de su misión.
San Pablo lo denomina baño de regeneración y renovación del Espíritu Santo (Tit. 3, 5);
San León Magno compara la regeneración del bautismo con el seno virginal de María;
Santo Tomás, asemejando la vida espiritual con la vida corporal, ve en el bautismo el nacimiento a la vida sobrenatural.
Comunión
La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por medio de la Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.
Cabe mencionar que para el catolicismo romano la Eucaristía no representa un símbolo sino que es Jesucristo mismo con su cuerpo, sangre, alma y divinidad presentes en la Eucaristía, debido a esto es llamado El Santísimo Sacramento.
Confirmación
Con el Bautismo y la Eucaristía, el sacramento de la Confirmación constituye el conjunto de los "sacramentos de la iniciación cristiana", cuya unidad debe ser salvaguardada. Es preciso, pues, explicar a los fieles que la recepción de este sacramento es necesaria para la plenitud de la gracia bautismal (cf OCf, Praenotanda 1). En efecto, a los bautizados "el sacramento de la confirmación los une más íntimamente a la Iglesia y los enriquece con una fortaleza especial del Espíritu Santo. De esta forma se comprometen mucho más, como auténticos testigos de Cristo, a extender y defender la fe con sus palabras y sus obras" (LG 11; cf OCf, Praenotanda 2)
Sacramentos de curación
Penitencia, llamado también Confesión o Reconciliación
De acuerdo con el catecismo de la Iglesia católica:
Se le denomina sacramento de conversión porque realiza sacramentalmente la llamada de Jesús a la conversión (cf Mc 1,15), la vuelta al Padre (cf Lc 15,18) del que el hombre se había alejado por el pecado.
Se denomina sacramento de la Penitencia porque consagra un proceso personal y eclesial de conversión, de arrepentimiento y de reparación por parte del cristiano pecador.
Es llamado sacramento de la confesión porque la declaración o manifestación, la confesión de los pecados ante el sacerdote, es un elemento esencial de este sacramento. En un sentido profundo este sacramento es también una "confesión", reconocimiento y alabanza de la santidad de Dios y de su misericordia para con el hombre pecador.
Se le llama sacramento del perdón porque, por la absolución sacramental del sacerdote, Dios concede al penitente "el perdón y la paz" (OP, fórmula de la absolución).
Se le denomina sacramento de reconciliación porque otorga al pecador el amor de Dios que reconcilia: "Dejaos reconciliar con Dios" (2 Co 5,20). El que vive del amor misericordioso de Dios está pronto a responder a la llamada del Señor: "Ve primero a reconciliarte con tu hermano" (Mt 5,24).
Unción de los enfermos (antes llamada extremaunción)
Con la sagrada unción de los enfermos y con la oración de los presbíteros, toda la Iglesia entera encomienda a los enfermos al Señor sufriente y glorificado para que los alivie y los salve. Incluso los anima a unirse libremente a la pasión y muerte de Cristo; y contribuir, así, al bien del Pueblo de Dios" (LG 11).
Sacramentos de servicio a la comunidad
Matrimonio
"La alianza matrimonial, por la que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación de la prole, fue elevada por Cristo Nuestro Señor a la dignidad de sacramento entre bautizados" (⇒ CIC, can. 1055,1)
Orden Sagrado
El Orden es el sacramento gracias al cual la misión confiada por Cristo a sus Apóstoles sigue siendo ejercida en la Iglesia hasta el fin de los tiempos: es, pues, el sacramento del ministerio apostólico. Comprende tres grados: el episcopado, el presbiterado y el diaconado.
Conceptos
Los mandamientos de Dios
Artículo principal: Diez mandamientos
Los diez mandamientos: según el Catecismo de la Iglesia Católica, adaptados de los libros de Éxodo (20, 2-17) y Deuteronomio (5, 6-21), son los siguientes:
Amar y adorar a Dios sobre todas las cosas.
Respetar el Nombre del Señor.
Guardar el Día del Señor.
Honrar al padre y madre.
No matar.
No cometer acciones impuras.
No robar.
No levantar falso testimonio ni mentir.
No consentir en pensamientos impuros.
No codiciar bienes ajenos.
Todos éstos se resumen en uno solo: Amarás a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo.
Los cinco preceptos de la Iglesia
Celebrar la eucaristia entera todos los domingos y fiestas de guardar.
Confesar los pecados mortales al menos una vez al año, y en peligro de muerte, y si se ha de comulgar.
Comulgar al menos por Pascua de Resurrección.
Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia.
Ayudar a la Iglesia en sus necesidades.
Las bienaventuranzas
Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia
Bienaventurados los puros de corazón, porque ellos verán a Dios
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios
Bienaventurados los perseguidos a causa de la injusticia, porque de ellos es el Reino de los cielos
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan contra vosotros toda clase de calumnias por mi causa. Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en el cielo
Los siete pecados capitales
Artículo principal: Pecados capitales
Soberbia
Avaricia
Lujuria
Ira
Gula
Envidia
Pereza
A los pecados capitales se les oponen siete virtudes:
Contra soberbia, humildad.
Contra avaricia, generosidad.
Contra lujuria, castidad.
Contra ira, paciencia.
Contra gula, templanza.
Contra envidia, caridad;
Contra pereza, diligencia.
Además, se consideran las Virtudes Teologales y las Cardinales.
Virtudes teologales
Fe
Esperanza
Caridad o amor
Virtudes cardinales
Templanza
Fortaleza
Justicia
Prudencia
Pecados veniales y mortales
Con base en lo anterior el catecismo de la Iglesia Católica reconoce dos tipos de pecados, veniales y mortales.Para que un pecado sea mortal (infracción grave que destruye la caridad del hombre) se requieren tres condiciones: ‘Es pecado mortal lo que tiene como objeto una materia grave (falta a uno de los 10 mandamientos) que sea cometido con pleno conocimiento (que la persona sepa que la falta es un pecado) y deliberado consentimiento (que la persona esté consciente de lo que hace y no lo haga bajo presión de personas o circunstancias).
El pecado venial es una infracción leve, que si bien no rompe la relación de amistad del hombre con Dios, como lo hace el pecado mortal, sí deteriora esa relación, y dispone al hombre para caer en pecado mortal. En palabras del padre Jorge Loring, en el libro "Para Salvarte", una tos pequeña, pero descuidada, puede llevar a la sepultura. Un punto negro en un diente no es nada, pero si no se lo enseñas al dentista, pronto todo el diente quedará dañado, y hasta puede ser necesaria la extracción.
Actos buenos y actos malos
Según el catecismo de la Iglesia católica, existen actos buenos y actos malos (cf. 1755-1756), donde un acto moralmente bueno supone al mismo tiempo la bondad del objeto, del fin y de las circunstancias. Una finalidad mala corrompe la acción, aunque su objeto sea de suyo bueno (como orar y ayunar "para ser visto por otros").
En cambio un acto malo puede ser malo ya sea porque el objeto de la elección sea malo (como blasfemar) o porque la finalidad de ese acto sea ilícita. Independientemente de las circunstancias y de las intenciones, son siempre gravemente ilícitos por razón de su objeto; por ejemplo, la blasfemia y el perjurio, el homicidio y el adulterio. No está permitido hacer el mal para obtener un bien.
Dones del Espíritu Santo
Son siete:
Don de sabiduría
Don de entendimiento
Don de consejo
Don de fortaleza
Don de ciencia
Don de piedad
Temor de Dios
Catolicismo en el mundo actual
Artículo principal: Catolicismo Romano por país
Catolicismo liberal
Artículo principal: Catolicismo Liberal
La corriente que durante el siglo XIX se denominó catolicismo liberal, tiene raíces que se remontan varios siglos atrás. En este caso, a la época del Renacimiento, ligadas al llamado humanismo cristiano, cuyo principal exponente fue Desiderius Erasmus de Rotterdam, y para el caso español, el grupo de intelectuales reunidos en torno a la Universidad de Alcalá de Henares, fundada por el cardenal Jiménez de Cisneros.
Más adelante, en el siglo XVIII, la Ilustración influyó en varios círculos de católicos franceses, belgas, alemanes y holandeses, constituyéndose doctrinas (regalismo, galicanismo, molinismo, febronianismo y josefismo, entre otras) que exaltaban el individualismo y la racionalización de las concepciones y expresiones religiosas (libre albedrío, moral austera, rechazo a las prácticas barrocas) al igual que una modificación de la organización religiosa, al apoyar los intentos de creación de Iglesias nacionales.
Posición de la Iglesia Católica Apostólica Romana
El catolicismo contemporáneo se distingue por sus intentos de conciliar su doctrina con los conocimientos científicos y proclamar la Doctrina Social de la Iglesia Católica Apostólica Romana como forma de influir en la vida sociopolítica mundial.
Posición contraria al aborto y a la eutanasia: El aborto es considerado por la Iglesia Católica el asesinato de un ser humano inocente (ya que consideran que el huevo o cigoto ya es un ser humano desde el mismo momento de la concepción). La eutanasia no es aceptada porque la Iglesia Católica cree que sólo Dios tendría derecho a quitarle la vida a un ser humano.
Oposición a la planificación familiar mediante métodos anticonceptivos: se basa en el concepto de sexualidad que tiene la Iglesia Católica, por la que la sexualidad es a la vez expresión de «amor y unión», de un lado, y fuerza de «procreación», del otro. Los dos aspectos, según la Iglesia Católica, no se pueden separar el uno del otro. La iglesia sí acepta el método de Billings y el método Ogino-Knaus a los que considera naturales.
Oposición a la clonación: Dado que para conseguir un solo feto "viable" se debe "sacrificar" innumerables fetos que no cumplen los requisitos, la Iglesia se muestra en contra de tales prácticas, abarcados en lo que se conoce como "Fecundación in Vitro".
Además, afirman que la dignidad humana exige que un niño nazca de un acto de amor sexual de dos personas de distinto sexo.
Defensa de la familia tradicional y oposición al uso de la palabra "matrimonio" entre las parejas de personas del mismo sexo: por la misma razón del punto anterior, y por la tradición católica.
A partir del Concilio Vaticano II, la iglesia católica ha mostrado una actitud mucho más ecuménica frente a las otras iglesias cristianas. Sin embargo, este movimiento de apertura y modernización empezó a ser corregido con la llegada de Juan Pablo II y está siendo muy cuestionada por el actual Papa, Benedicto XVI.