Cuando el reproche llega con veneno, hay personas que tienen una especial habilidad para herir de palabra a sus familiares. conocidos, o compañeros de trabajo.Con ironias mordaces saben dirigir sus reproches hacia nosotros con punteria y precisión que llegan a fondo, nos recuerdan un error del pasado, ponen ante nuestros ojos lo que hicimos o dejamos de hacer, denuncian nuestras actitudes(verdaderas o supuestas) buscan la palabra y el gesto más venenoso para humillarnos, y como a veces dicen para ponernos en nuestro lugar. Cuando llega el momento de sufrir por las embestidas de esas personas, surgen en nosotros sentimientos de defensa o deseos de revancha, quisieramos en ocasiones responder a la dureza con dureza, echar en cara a nuestro interlocutor los errores que también él ha cometido, otras veces buscamos una defensa decidida, formulamos justificaciones más o menos buenas.No falta quien desea una fuga rápida: es difícil enfrentarse con quien una y otra vez nos ha humillado, si miramos ese tipo de situaciones desde otra perspectiva, podríamos aprovechar reproches envenenados para crecer en paciencia, humildad. espíritu de perdón. el perdón ante todo es la llave de la vida y de la paz. cuenta perdonar pero es mejor que vivir en rencor y destruyéndose la vida en vivir para guardar rencores.Dios no quiere eso de cada uno de nosotros, nunca es tarde para perdonar y quitar de nuestros corazones el rencor, y tratar de mejorar nuestra conducta diaria, y no juzgar a nadie, esa parte le toca únicamente a Dios.
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