¡HÁGASE
        VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO! 
cuando me abruman los pesares
        de la vida; 
mi cáliz es muy amargo,
 pero yo quiero unirlo
        con el pensamiento 
al que Vos aceptasteis por mí en el
        huerto de Getsemaní
 y hallare fuerzas para beberlo a mi
        vez.
        ¡HÁGASE
        VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO! 
cuando me vea víctima
        de la injusticia, 
cuando me abandonen los amigos, 
cuando la soledad
        me parezca más amarga, 
porque también vos conocisteis
        la amargura y el abandono...
 ¿No podré soportar
        la indiferencia 
y la ingratitud de los hombres cuando mi Dios 
fue traicionado por sus discípulos?
        ¡HÁGASE
        VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO! 
cuando el trabajo me parezca
        penoso, 
cuando el desaliento se apodere de mi alma... 
Vos sois
        quien permitís este desfallecimiento, 
Salvador mío,
        para que me acerque a vuestra cruz
 y vaya a buscar, en ese manantial
        bendito
 la fuerza y el valor que me faltan.
        ¡HÁGASE
        VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO!
 cuando venga a visitarme la
        enfermedad 
y cuando me abrume el dolor...
 Me uno de corazón
        a vuestra cruel agonía; 
uno mis sufrimientos a los vuestros; 
 los ofrezco, ¡oh. Jesús!, 
en expiación de
        las faltas que he tenido 
la desgracia de cometer y que os han
        conducido hasta el Calvario.
        ¡HÁGASE
        VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO! 
cuando lloro la ausencia de
        un ser querido... 
Siento despedazado mi corazón, 
pero
        se que Vos habéis bendecido 
las lágrimas llorando
        a vuestro amigo Lázaro,
 y me siento más resignado
        al venir
 a suplicaros que bendigáis las mías.
        ¡HÁGASE
        VUESTRA VOLUNTAD, DIOS MÍO!, 
en todo el curso de mi vida;
        cualesquiera que sean mis trabajos, 
os los ofrezco, divino Redentor
        mío; 
Vos habéis aceptado, siendo víctima
        inocente,
 el peso de los pecados del mundo; 
dadme fuerzas para
        sobrellevar a mi vez
 las pruebas que he merecido
 y que me envía
        vuestra divina mano... 
¡Las consideraré como una
        prenda
 de vuestro amor a fin de que sean prenda de mi salvación!
 
 
 
        
    
 
  
 
 
  
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