Traductor

English French German Spain Italian Dutch Russian Portuguese Japanese Korean Arabic Chinese Simplified

I Corintios 3: 18 - 23

¡Nadie se engañe! Si alguno entre vosotros se cree sabio según este mundo, hágase necio, para llegar a ser sabio;
pues la sabiduría de este mundo es necedad a los ojos de Dios. En efecto, dice la Escritura: El que prende a los sabios en su propia astucia.
Y también: El Señor conoce cuán vanos son los pensamientos de los sabios.
Así que, no se gloríe nadie en los hombres, pues todo es vuestro:
ya sea Pablo, Apolo, Cefas, el mundo, la vida, la muerte, el presente, el futuro, todo es vuestro; y vosotros, de Cristo y Cristo de Dios.

Lucas 4: 38 - 44

Saliendo de la sinagoga, entró en la casa de Simón. La suegra de Simón estaba con mucha fiebre, y le rogaron por ella.
Inclinándose sobre ella, conminó a la fiebre, y la fiebre la dejó; ella, levantándose al punto, se puso a servirles.
A la puesta del sol, todos cuantos tenían enfermos de diversas dolencias se los llevaban; y, poniendo él las manos sobre cada uno de ellos, los curaba.
Salían también demonios de muchos, gritando y diciendo: «Tú eres el Hijo de Dios.» Pero él, conminaba y no les permitía hablar, porque sabían que él era el Cristo.
Al hacerse de día, salió y se fue a un lugar solitario. La gente le andaba buscando y, llegando donde él, trataban de retenerle para que no les dejara.
Pero él les dijo: «También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado.»
E iba predicando por las sinagogas de Judea.

Salmo 33: 12 - 15, 20 - 21

¡Feliz la nación cuyo Dios es Yahveh, el pueblo que se escogió por heredad!
Yahveh mira de lo alto de los cielos, ve a todos los hijos de Adán;
desde el lugar de su morada observa a todos los habitantes de la tierra,
él, que forma el corazón de cada uno, y repara en todas sus acciones.
Nuestra alma en Yahveh espera, él es nuestro socorro y nuestro escudo;
en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos

I Corintios 3: 1 - 9

Yo, hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo.
Os di a beber leche y no alimento sólido, pues todavía no lo podíais soportar. Ni aun lo soportáis al presente;
pues todavía sois carnales. Porque, mientras haya entre vosotros envidia y discordia ¿no es verdad que sois carnales y vivís a lo humano?
Cuando dice uno «Yo soy de Pablo», y otro «Yo soy de Apolo», ¿no procedéis al modo humano?
¿Qué es, pues Apolo? ¿Qué es Pablo?... ¡Servidores, por medio de los cuales habéis creído!, y cada uno según lo que el Señor le dio.
Yo planté, Apolo regó; mas fue Dios quien dio el crecimiento.
De modo que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios que hace crecer.
Y el que planta y el que riega son una misma cosa; si bien cada cual recibirá el salario según su propio trabajo,
ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios.