Tú al polvo reduces a los hombres, diciendo: «¡Tornad, hijos de Adán!»
Porque mil años a tus ojos son como el ayer, que ya pasó, como una vigilia de la noche.
Tú los sumerges en un sueño, a la mañana serán como hierba que brota;
por la mañana brota y florece, por la tarde se amustia y se seca.
¡Enseñanos a contar nuestros días, para que entre la sabiduría en nuestro corazón!
¡Vuelve, Yahveh! ¿Hasta cuándo? Ten piedad de tus siervos.
Sácianos de tu amor a la mañana, que exultemos y cantemos toda nuestra vida.
Devuélvenos en gozo los días que nos humillaste, los años en que desdicha conocimos.
¡Que se vea tu obra con tus siervos, y tu esplendor sobre sus hijos!
¡La dulzura del Señor sea con nosotros! ¡Confirma tú la acción de nuestras manos!
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